1977, la gran il·lusió

El año 1977 se organizó en Barcelona una exposición el contenido de la cual evidenciaba las nuevas claves culturales del diseño industrial. Organizada en paralelo a la selección de los objetos para los Premios Delta, Disueño aceptaba objetos, de forma gratuita, que no tenían que estar en producción —tal como se exigía a los Delta— y que podían ser simplemente prototipos que por sus características especiales no encajaran en los sistemas habituales de producción y comercialización. Esto hizo que a la convocatoria acudieran no solo profesionales del diseño, sino también creadores que entonces estaban en la frontera entre el arte, el diseño y la artesanía.

La primera edición fue la que mejor representó los postulados que inspiraron la creación de la muestra. Participaron 31 piezas de las que muchas eran objetos sin una utilidad muy definida y el número de piezas únicas superó al de los productos para ser fabricados en serie.

Así mismo, tuvieron un papel muy relevante las reproducciones de diferentes tipos, que iban de la fidelidad como elemento de valor en la reconstrucción de piezas de clásicos del diseño (como Hoffmann y Rietveld), pasando por reediciones de muebles diseñados por artistas (Giacomo Balla) u obras modernistas, hasta versiones que se movían entre el homenaje y la ironía.