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Javier Gimeno: Diseño e identidad nacional

Javier Gimeno es doctor en Historia del Arte por la Universidad de Kuleuven, en Bélgica. Ejerce como profesor y director del máster en Culturas del Diseño en el departamento de Artes y Cultura, Historia y Antigüedad de la VU University of Amsterdam. Además, es investigador y miembro del Consejo del ICDHS (International Conferences on Design History and Studies).

El pasado mes de marzo dio el pistoletazo de salida al III Simposio de la Fundación Historia del Diseño, con su conferencia inaugural “Diseño e identidad nacional”. Planteamos con él cuestiones en torno a la idea de nación como identidad y reflexionamos sobre el papel del diseño en su construcción, en unos tiempos donde la cohesión nacional parece una necesidad de supervivencia.

¿Qué relación existe entre diseño e identidad nacional?

El diseño, como cualquier artefacto cultural, es algo que se integra en un discurso sobre identidad nacional, en cualquier momento. No hace falta que sea un objeto que se haya diseñado ex profeso para reflejar una identidad nacional. Una vez ese objeto entra en un discurso sobre identidad nacional, como un libro que hable sobre diseño español, catalán, inglés o escocés, se carga de un carácter nacional que se ve integrado en ese discurso.

La modernidad sugería que el concepto de nación no es algo que exista de manera natural, sino que es una construcción social. ¿Cómo construimos esta idea?

Las naciones no son fenómenos naturales sino construidos, un producto de la historia. Por eso no ha habido siempre naciones y aún hay territorios que tampoco pertenecen a ninguna. La nación como fenómeno se ha extendido de tal forma que no entendemos la existencia de la geografía sin naciones. La identidad nacional es una identidad que se genera desde las instituciones políticas. También viene dado de la intelectualidad en algunos momentos, pero se experimenta desde los individuos, no como una cosa natural. Eso no quiere decir que sea mentira, simplemente es algo formado de una manera artificial puesto que, si no hiciéramos nada por generar naciones, no existirían.

En este sentido, ¿qué papel desempeña el diseño, de qué modo ha dado forma al concepto de identidad nacional?

El diseño, como cualquier otro producto cultural, es un conjunto de objetos en los que la identidad nacional se comunica. En este caso, puede ser el diseño de una bandera. El logotipo de un gobierno nacional también es otro de esos elementos que, al reconocerlos como propios, hace que nos sintamos pertenecientes a un colectivo nacional. El diseño está pensado para reflejar de alguna forma la presencia y la existencia de esa nación. De la misma manera, también hay otros productos que acaban participando de un carácter nacional parecido, y no porque el diseñador los haya diseñado con esa intención. Por ejemplo, hay algunos movimientos históricos como el Noucentisme, que reivindicaba un tipo de nación catalana.

¿Qué entendemos por diseño español? ¿Cuál es el primer objeto que nos viene a la cabeza cuando hablamos de nuestro diseño? 

No tenemos que pensar tanto en qué es el diseño español y qué objeto lo puede representar, sino qué discursos se han generado sobre el diseño español. No son tanto los objetos en sí los que representan una esencia nacional, sino los discursos en los que se integran. Por ejemplo, la literatura y las exposiciones sobre diseño español comienzan en los ochenta, en un momento post-dictadura. ¿Qué se define como diseño español? Todo lo que represente modernidad y vaya fuera de ámbitos de una recuperación de lo tradicional, que es lo que se hacía en la dictadura franquista. Las producciones de investigación sobre diseño español en los ochenta exaltan ese tipo de diseño. Por ejemplo, las vinagreras de Rafael Marquina eran uno de los elementos que se presentaban como epítome del diseño español, porque era moderno y sencillo. 

En este sentido, el Museo del Diseño conserva una amplia colección de diseño gráfico que contribuyó a crear la identidad de la España de la Transición, así como la popular campaña de la Barcelona olímpica. ¿Cómo contribuyó este periodo a renovar el imaginario nacional?

Lo curioso es que se ha ido perpetuando ese imaginario, esa línea más de cómic, los colores primarios… Ese imaginario que se crea ya en los noventa se ha ido perpetuando en obra más reciente. Cuando hay un momento tan particular como la Barcelona olímpica, en la que se genera un diseño tan propio y encima es un trampolín para promover ese tipo de diseño en el mundo, genera su propia tradición, y por eso ha sobrevivido tanto ese vocabulario gráfico hasta hoy en día. 

¿Dirías que las identidades nacionales también pueden deformarse e hibridarse, como lo ha venido haciendo el diseño en las últimas décadas?

Claro. De hecho, es la idea que a mí me interesa más transmitir con lo que escribo: la esencia de las identidades nacionales, sobre todo en diseño, no se tiene que buscar solo en lo que es tradicional, sino que se están construyendo diariamente. No es algo que se congela y es único, sino que evoluciona. 

Entonces, ¿los diseños también adquieren identidad nacional por quien los utiliza, no solo por quien los crea?

Cada individuo tiene la posibilidad de adjudicar carácter de identidad nacional a unos productos determinados. Por ejemplo, lo que conforma nuestro hogar diario es lo que nos genera a nosotros la sensación de hogar y de pertenecer a una nación. Lo que configura nuestro paisaje doméstico no es precisamente lo que aparece en los libros de diseño español. Nosotros configuramos nuestro paisaje doméstico y nuestra idea de hogar con diseño que puede ser nacional y/o foráneo. Es nuestro uso de ese diseño lo que le da sentido. Si ese objeto tiene el valor para el consumidor de generar una sensación de hogar, venga de donde venga, está generando una identidad nacional. 

Estamos viviendo una pandemia mundial sin precedentes. ¿Cuál ha sido la reacción del diseño?

El diseño participa buscando soluciones a problemas. El problema ahora no es nuevo en cuanto a contenido –es una enfermedad–, sino en cuanto a dimensión. Los objetos que nos pueden ayudar a resolver el problema ya están ahí, pero no en la cantidad necesaria. Las mascarillas de protección son un objeto que se ha diseñado, el diseño ya está aportando su grano de arena.

¿Has identificado algún cambio en cómo la comunidad ha afrontado el virus?

No solo en cuestiones de cortar la enfermedad, de prevenirla y curarla, sino también en cómo nos relacionamos de una forma nueva con nuestro entorno doméstico, simplemente porque tenemos que pasar más tiempo en casa. Cómo esos objetos que nos rodean nos refuerzan, nos pueden servir como consuelo o reforzar una sensación de seguridad. 

Siguiendo con la crisis actual, ¿cuál es la imagen institucional que se está proyectando? Por ejemplo, estamos viendo una mayor presencia de símbolos nacionales en las comparecencias públicas de los portavoces del gobierno.

Con lo que me estoy quedando de todo esto es cómo precisamente las fronteras nacionales cobran menos importancia, cómo reconocemos que una pandemia nos está afectando de la misma manera que está afectando a otros países. Lo que hacen los problemas con alcance planetario es unir a la población, venga de la nación que venga. 

¿Crees que es una estrategia para reforzar el concepto de unidad nacional?

Esto es muy comparable a lo que pasa también con la mayor conciencia de los problemas climáticos: refuerzan más la idea de planeta y de que todos estamos en el mismo planeta sea cual sea tu nacionalidad. Me quedo con cómo esta crisis está haciendo más visible que las fronteras nacionales son de relativa importancia porque todos, al final, compartimos el mismo planeta. En estos momentos nos damos cuenta más de lo que nos conecta de que lo que nos separa.

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